En el post de hoy hablaremos de Clara Wieck. Gran compositora y pianista del Romanticismo, para continuar nuestra serie de grandes compositores de la historia.
Como ha pasado con tantas y tantas mujeres a lo largo de la historia, la discriminación hacia ellas ha sido continua, también dándose en la música y en el resto de artes. Su labor creativa ha sido menospreciada hasta hace no demasiado tiempo.
Muchas veces estas creadoras firmaban con seudónimo masculino o figuraban bajo el apellido de su marido. De hecho, en varias ocasiones tuvieron que abandonar sus carreras artísticas por la poca difusión de su obra o por las presiones sociales.
Clara ha pasado a la historia con el apellido de su marido, Clara Schumann. Sin embargo, nos encontramos ante una artista del máximo nivel, que dio grandes giras de conciertos interpretando repertorio de sus coetáneos, compuso importantes obras e incentivó la técnica moderna de la interpretación pianística con su labor docente. Por tanto, nos parece justo reconocerla por sus propios méritos, como es justo, y no por ser “la mujer de…”
Desde el blog de J2M queremos destacar la importancia de las compositoras en la historia de la música. Como nuestro contenido no se centra únicamente en las biografías y curiosidades de compositores y compositoras, os dejaremos más adelante páginas y blogs que se dedican específicamente a este trabajo de poner en valor a la mujer en la música y que nos parece muy importante que conozcáis.
Algunos datos biográficos
Clara Wieck nació en Leipzig en 1819. Desde una edad muy temprana recibió clases de su padre, que era profesor de música. Además, su madre fue una cantante consumada en la época.
Recibió clases de piano, violín, canto, teoría, armonía, composición y contrapunto. Su padre, observando lo talentosa que era su hija, organizó giras de conciertos para lanzar su carrera artística.
Clara hizo su debut a la edad de 9 años en Leipzig. En su ciudad natal, y después de un concierto, el que sería su futuro esposo, Robert Schumann, se quedó asombrado de su virtuosismo al piano. Tanto es así que Robert decidió dejar de estudiar leyes para dedicarse a la música de lleno, tomando clases con el padre de Clara. Para ello, Schumann, terminó alquilando una habitación en casa de los Wieck para su formación.
Tras su debut, Wieck inició una gira por París y otras ciudades europeas, donde obtuvo mucho éxito en sus conciertos.
Conoció personalmente a importantes compositores del momento, como Felix Mendelssohn, Frederic Chopin y Niccolò Paganini. También conoció a Brahms, con quien tuvo una estrecha relación, pero esto lo abordaremos más adelante…
En Viena, Clara tuvo llenazo en sus conciertos e inmejorables críticas. Interpretó obras de Beethoven, recibió reconocimiento de uno de los poetas y dramaturgos más importantes de la historia (contribuyente fundamental del Romanticismo), Johann Wolfgang von Goethe y, como culmen, fue nombrada “Virtuosa de la Cámara Austriaca Real e Imperial”, el más alto honor musical de Austria. Vamos que, de haber tenido Instagram, lo habría petado muy fuerte.



Se casó con Robert Schumann, tras haber entablado con él una cálida relación afectiva mientras éste vivía en su casa para recibir clases de su padre. Sin embargo, el padre de Clara se negó a consentir el matrimonio, puesto que consideraba a Schumann un esposo no deseable. La pareja tuvo que recurrir a un juez, que les dio la razón, para efectuar su enlace.
Vivieron felizmente en matrimonio, apreciando mutuamente su trabajo compositivo e interpretativo. Clara estrenó multitud de obras de su marido, sobre todo a raíz de que Robert se lesionara la mano al utilizar un artilugio que supuestamente “desarrollaría su técnica pianística”.
Resumiendo, Clara Wieck fue la principal fuente de ingresos de la familia. Dio conciertos y enseñó, e hizo la mayor parte del trabajo de organizar sus propias giras de conciertos.
Tras el fallecimiento de Robert Schumann, Clara continuó dando conciertos. Fue invitada a tocar en un concierto de la London Philharmonic Society, con una acogida tan satisfactoria, que siguió actuando en Reino Unido durante los siguientes 15 años.
Actuó activamente en la década de 1870 a 1880, teniendo compromisos en Austria, Hungría, Bélgica, Holanda y Suiza. Cabe destacar que interpretó la Fantasía coral de Beethoven con la recién formada Filarmónica de Berlín.
En cuanto a la docencia, fue nombrada profesora piano del nuevo Conservatorio Hoch, en Fráncfort, tras rechazar ofertas de otros lugares de renombre, porque allí aceptaron sus condiciones: no podía enseñar más de una hora u hora y media por día, era libre de enseñar en su casa y tenía cuatro meses de vacaciones y tiempo libre para recorridos cortos en invierno, además de exigir dos asistentes.
Clara falleció a los 76 años de edad y fue enterrada en Bonn, junto a su esposo.
Tarea compositiva
Antes de comentar algunas de sus principales obras, os dejo por aquí una frase que dijo la misma Clara y que es muy esclarecedora sobre su gusto por la composición:
“Componer me da un gran placer … no hay nada que supere la alegría de la creación, aunque solo sea porque a través de ella uno gana horas de olvido de sí mismo, cuando uno vive en un mundo de sonido”
Clara Wieck
Wieck comenzó con Cuatro Polonesas para Pianoforte. Posteriormente, compuso una de sus obras más importantes, su Concierto para piano en la menor, op. 7. También escribió, junto a Robert, lieder y corales.
Sin embargo, la presión social debida a su género la impidieron dedicarse de lleno a la composición, aunque todo aquel que escuchaba sus obras e interpretaciones quedaba maravillado. Clara escribió en su diario:
«Alguna vez creí que tenía talento creativo, pero he renunciado a esta idea. Una mujer no debe desear componer. Ninguna ha sido capaz de hacerlo, así que ¿por qué podría esperarlo yo?»
Clara Wieck
Está claro que lo que Clara hacía no era lo “normal” en la época. Pero, a pesar de estas reflexiones, nunca renunció a su arte y lo siguió explotando hasta sus últimos días, componiendo obras nuevas cada año y haciendo importantes transcripciones al piano de obras de su esposo y de Brahms. De hecho, fue la editora autorizada de las obras de su marido en la editorial Breitkopf & Härtel.



Schumann siempre reconoció su talento y trabajo, como consta en la siguiente frase:
“Clara ha compuesto una serie de pequeñas piezas, que muestran un ingenio musical y tierno como nunca antes había logrado. Pero tener hijos y un esposo que siempre vive en el reino de la imaginación, no va de la mano con la composición. Ella no puede trabajar regularmente y a menudo me molesta pensar cuántas ideas profundas se pierden porque no puede resolverlas”
R. Schumann
Realmente, es una pena que esas ideas se quedaran en el tintero, como decía su marido. El hándicap de los estereotipos de una mujer del siglo XIX estuvo presente en la vida de Clara, aunque, como dije anteriormente, supo valientemente estar por encima de estas ataduras y convertirse en una figura clave de la composición del Romanticismo y de la enseñanza del piano.
Si aún no conoces su música, pincha en este enlace donde encontrarás su obra completa para piano.



Wieck y Brahms
Para finalizar este post, me gustaría añadir una breve sección de la intensa relación que ambos compositores, Clara y Johannes, tuvieron a lo largo de su vida.
Johannes Brahms conoció al matrimonio como concertista. Pronto estableció una gran amistad con Robert y Clara. Fue invitado a comer con asiduidad y se llevaba bien con los hijos de la pareja. Sin embargo, fue con Clara con la que mantuvo una profunda relación intelectual.
Brahms le pedía opinión a Wieck sobre algunas de sus composiciones antes de estrenarlas. En muchas ocasiones, las partituras iban dedicadas a ella y Clara las estrenaba. Otras veces, simplemente tocaban juntos.
La relación se estrechó tras el ingreso de Robert Schumann en el centro psiquiátrico. Cuando esto ocurrió, Brahms se mudó a la casa de Clara, en Düsseldorf.
Poco después la relación adquirió tonos amorosos cuando Brahms le escribió la siguiente carta:
“Mi muy querida Clara, desearía poder escribirte tan tiernamente como te amo y decirte todas las cosas buenas que te deseo. Eres tan infinitamente querida para mí que no puedo expresarlo en palabras. Desearía llamarte mi querida y muchos otros nombres, sin dejar nunca de adorarte… Si las cosas pudieran ir más lejos de cómo están en este momento… Si solo pudiera vivir en la misma ciudad contigo y mis padres… escríbeme una bella carta pronto. Tus cartas son como besos”
J. Brahms
Sin embargo, el “culebrón” acaba aquí, ya que ambos decidieron destruir las cartas que durante años se intercambiaron, salvo las preferidas de Clara. Siempre se apoyaron y, ante todo, fueron grandes amigos y confidentes.
Curiosidades y legado
Como pasó con otros compositores, Clara Wieck no fue reconocida ampliamente hasta después de su muerte. No pasó eso con su labor pianística, la cual dejó una impresión duradera.
Lo que no pasó con otros compositores es lo que tardó en llegar ese reconocimiento, no fue hasta la década de 1970 cuando hubo un resurgimiento del interés por su obra. Parece increíble después de todo lo que te he contado, ¿verdad? La parte buena, es que, a día de hoy, su música se toca cada vez y son frecuentes las grabaciones de sus composiciones.
Como curiosidades, decirte que se han hecho varias películas basadas en Clara Wieck. Desde la más antigua, Träumerei (1944), pasando por Melodía inmortal (1947), en la cual aparecen Clara, Robert y Johannes como personajes principales, y la más actual, Geliebte Clara (2008), donde la actriz Martina Gedeck la retrata.
Además, Clara Wieck fue imagen en los billetes de 100 marcos alemanes, de 1989 hasta 2002.



Tras este repaso a la vida de esta artista, espero que vayas a escuchar algunas de sus obras en YouTube o plataformas de reproducción, si aún no lo has hecho. Y por supuesto, con su apellido, Wieck, basta para reconocerla.
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