¿La música es rugosa? ¿O, tal vez, lisa? ¿A qué nos referimos cuando hablamos de texturas musicales? En el siguiente post vamos a hacer un recorrido por las principales texturas empleadas en la composición de las obras musicales.
Podríamos decir que la textura es el modo en el que se combinan la melodía, el ritmo, la armonía y los timbres en la música, determinando así la cualidad sonora global de una obra. Además, se refiere a la forma en la que las voces de una composición se relacionan entre sí, entendiendo por voces diversas líneas melódicas, ya sean vocales o instrumentales.
Muchas veces se suele describir en términos de espesor o densidad sonora. Depende, por tanto, de la cantidad de voces simultáneas o no que hay, la armonía, los ritmos y los instrumentos utilizados.
Existen cuatro tipos de textura principales:
- Monodia o monofonía.
- Polifonía o contrapunto.
- Homofonía.
- Melodía acompañada.
Una vez enumerados los tipos, vamos a explicar cada uno con detalle, adjuntando ejemplos para dejarlo lo más claro posible. Si ya las conoces, te servirá como repaso; si no, acepta el reto y pon a prueba tu habilidad de descubrir las texturas que la música posee.
Monodia o monofonía
La textura monódica o monofónica consiste en una única línea melódica sin ningún tipo de acompañamiento. Todas las voces o instrumentos que intervienen cantan o tocan simultáneamente la misma melodía, al unísono o a distancia de octava (si quieres entender mejor estos términos, te recomiendo que eches un vistazo a nuestro post de Intervalos). Un ejemplo de esto es el canto llano.
Dentro del canto llano se encuentra el canto gregoriano, una música supeditada al texto utilizado en la liturgia de la Iglesia Católica. Aquí puedes ver un ejemplo del introito Gaudeamus omnes:



Polifonía o contrapunto
En la textura polifónica o contrapuntística suenan simultáneamente múltiples voces melódicas que suelen ser independientes o imitativas entre sí. Cada una de las voces tiene la misma importancia y no existen partes principales y partes acompañantes. Un caso de polifonía imitativa muy estricta es el canon.
Se trata de una textura muy característica de la música renacentista, aunque es frecuentemente usada en el Barroco, por ejemplo, en las fugas.



Homofonía
Cuando en una partitura las voces se mueven simultáneamente con los mismos valores rítmicos, pero con distintas notas formando acordes sucesivos, la textura se considera homofónica.
Esta textura es muy utilizada en el canto coral, recibiendo a veces el nombre de textura coral. Es el caso de muchas de las composiciones de Tomás Luis de Victoria o el famoso Ave Verum Corpus de Mozart.



Cuando todas las voces tienen casi el mismo ritmo, la textura homofónica puede ser descrita como homorrítmica.
Melodía acompañada
Esta textura está formada, como su nombre indica, por una línea melódica principal que es acompañada por voces o instrumentos que ejecutan melodías secundarias, acordes o patrones de acompañamiento. Al igual que en la polifonía, existen múltiples voces, pero solo una, la melodía principal, destaca de manera prominente, formando las otras una base o acompañamiento armónico.
Esta es la textura más común de la música occidental y la más destacable del periodo clásico, que continuó predominando en la música del Romanticismo.
Es una de las más recurrentes, siendo la protagonista en las canciones pop, rock, jazz. Piensa que, en un grupo de pop, el cantante llevaría la línea melódica principal y el resto de los músicos harían el acompañamiento y relleno armónico.
Dentro del Clasicismo, en concreto en la música para piano, destaca un tipo de acompañamiento con la mano izquierda a base de acordes cuyas notas se alternan, llamado Bajo Alberti. Sobre este acompañamiento se montaría la melodía principal con la mano derecha.



Otro ejemplo muy claro es el caso de los Nocturnos de Chopin, por citar una de las piezas, de entre las miles, que en el Romanticismo utilizan la melodía acompañada.



Por supuesto, en la música del siglo XX también se utilizó este tipo de textura. Por ejemplo, podemos encontrarla en obras de Bartok, como los Mikrokosmos, donde una de las manos repite hasta la saciedad un acompañamiento a modo de ostinato.
Combinación de texturas en la misma obra
Como no podía ser de otra manera, los compositores juegan con la posibilidad de combinar diferentes texturas en sus obras, generando contrastes y determinando su estructura general. De hecho, muchas veces, con un simple vistazo por encima de las partituras, sin prestar atención a los detalles, puedes observar que hay diversas secciones estructurales fijándote en la densidad de notas que hay.
A continuación te dejo un ejemplo con diferentes texturas del comienzo de la Sinfonía “Eroica” de Beethoven. Tras uno violentos acordes del tutti orquestal, los cellos comienzan la melodía principal que, luego, continuarán los violines 1.



Además, hay variantes de todas las texturas aquí escritas en beneficio de una mayor riqueza musical, que se consigue con la experimentación del compositor y con la capacidad de utilizar los timbres instrumentales.
Existen las superposiciones, la melodía acompañada enriquecida, la heterofonía, la imitación pareada, textura de atmósfera… y un sinfín más. La creatividad no conoce límites.
Te dejo aquí debajo un ejemplo de combinación de texturas en Preludio a la Siesta de un Fauno de Debussy. Comienza la flauta sola, desnuda de todo acompañamiento para, posteriormente, dar paso al acompañamiento de vientos madera y arpas. La imaginación sonora de Debussy era una proeza.



Espero que te haya gustado este post y que lo pongas pronto en práctica con cualquier música que escuches y estudies. ¡Hasta la próxima!